Salió de Jamaica, rumbo a Nueva York, un barco velero, un barco velero cargado de ron. En medio del mar, el barco se hundió, la culpa la tuvo, el señor capitán que se emborrachó. No siento el barco, no siento el barco que se perdió, siento el piloto, siento el piloto y la tripulación. Pobres marinos, pobres pedazos de corazón, que la mar brava ¡¡ Ay, Ay, Ay!! , que la mar brava ¡¡ Ay, Ay, Ay!! se los tragó. Señor capitán, déjeme subir, a izar la bandera, del palo más alto de su bergantín.