Son las nueve, yo creí que eran las tres, todavía, no pude comer, dejar de temblar no era un juego era fuego, y habrá que pagar la cuenta del incendio. Pero aquellas maratones, sin parar de escupir canciones, fueron buena pesca, y tal vez el dolor desaparezca. Y algún día podamos repetir lo peligroso, del arma cargada de polvo, que en la mano, de un artesano de canciones puede merecer la pena si el veneno no envenena, puede merecer la pena. Son las nueve, yo creí que eran las tres ¿qué diferencia hay? el sueño va a llegar o mejor desmayar el cansancio de vivir ayer si decidí que terminé. En mi casa fui un león, más allá de los horarios, rompí algunos records varios, tiempos coronarios, pero fueron las canciones, mi recompensa. Canciones de dolor real, pero canciones no más, canciones partidas por la mitad, pero canciones no más. Canciones de amor perdído, pero canciones no más, canciones que confiesan todo, pero canciones para mí, y los demás... Pero sí los demás terminan por derramar una lágrima, o cantar será un premio más valioso que el dinero, eso ya lo tengo, y la tristeza también.

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