Quisiera esta mañana al entreabrir los ojos poder sentirme dueño de tanta inmensidad, oír entre tus calles un eco del pasado que poblará la siesta con el teyú-yaguá. Y de nuevo sentirme el gurí que fui siempre, queriendo crecer, recostarme en el pasto y rezar por un tiempo que no ha de volver. Otra vez el embrujo del sol echó redes al amanecer, la canoa de mi corazón al latir, sangrará en chamamé. Recitado: Mim-Mi7-Lam-Re7-Sol-Do-Lam-Si7-Mim Hoy me puse a pensar en mis días de niño y otra vez fui ese duende que no quiere crecer, que pescaba mojarras por travieso cariño o esperaba dichoso la llegada del tren. Caminé por los charcos con un viejo sombrero, muy feliz del reencuentro con mi Santo Tomé, y otra vez me sentí enamorado del cerro, de la brisa que sopla en el monte Maciel. Y busqué entre tu gente las inquietas miradas que forjaron sin prisa mi tranquila niñez, y corrí por el monte, por las densas picadas, por el río indomable que me viera crecer. Hoy te traigo mi canto y me llevo un recuerdo, ya no está la canoa donde un tiempo soñé, donde fumé escondido mi primer cigarrillo y donde, paso a paso, la vida se me fue. Ya se va en la Don Pablo aquel sueño perdido, como fiel contrabando que cruzó el Piñeral. Me llegó tu recuerdo con el viento del río que caú de nostalgias morirá al despertar. Y de nuevo sentirme el gurí que fui siempre, queriendo crecer, recostarme en el pasto y rezar por un tiempo que no ha de volver. Otra vez el embrujo del sol echó redes al amanecer, la canoa de mi corazón al latir, sangrará en chamamé.